Todos tenemos sueños y metas, pero a veces parece que llevamos una mochila llena de piedras mientras intentamos escalarlos. ¿Te suena familiar? A menudo, no son las circunstancias externas las que nos detienen, sino nuestros propios hábitos. Hoy vamos a hablar de tres hábitos comunes que podrían estar frenando tu éxito y, lo más importante, cómo darles la vuelta para empezar a avanzar como si llevaras cohetes en los pies.
1. Postergar como si fueras un maestro Jedi del “mañana lo hago”
La procrastinación es el arte de hacer cualquier cosa excepto lo que deberías estar haciendo. Seguro que conoces la escena: tienes una tarea importante, pero de repente te parece imprescindible organizar tu armario por colores, ver ese vídeo de gatos que te mandaron por WhatsApp o investigar si las tortugas realmente duermen. Spoiler: sí, duermen.
¿Por qué pasa esto?
La procrastinación suele venir del miedo: miedo al fracaso, al éxito (sí, eso también da miedo) o simplemente a enfrentarte a algo que parece demasiado grande. En lugar de afrontarlo, buscamos distracciones que nos den gratificación instantánea, aunque luego nos sintamos culpables.
¿Cómo cambiarlo?
1. Divide y vencerás: Una tarea grande es mucho más manejable si la divides en pasos pequeños. No tienes que escribir el libro entero hoy, solo empieza por un párrafo.
2. Regla de los 5 minutos: Dile a tu cerebro que solo trabajarás en eso cinco minutos. Una vez que empieces, es probable que sigas.
3. Elimina distracciones: Si sabes que el móvil es tu kriptonita, déjalo en otra habitación o utiliza aplicaciones que bloqueen redes sociales mientras trabajas.
2. Perseguir la perfección como si fuera un unicornio
Ser perfeccionista suena bonito en teoría: haces todo lo mejor posible, no dejas ningún cabo suelto, eres el ejemplo perfecto de dedicación. Pero en realidad, perseguir la perfección puede ser como intentar atrapar un unicornio en un bosque oscuro: te agota, te frustra y, al final, nunca lo alcanzas.
¿Qué hace el perfeccionismo?
• Te paraliza: Si no puedes hacerlo perfecto, ¿para qué empezar?
• Te roba tiempo: Gastas horas ajustando detalles mínimos que casi nadie notará.
• Te impide celebrar logros: Siempre encuentras algo que “podrías haber hecho mejor”.
¿Cómo cambiarlo?
1. Acepta el “suficientemente bueno”: A veces, un trabajo hecho al 80% es mejor que uno perfecto que nunca se entrega. Recuerda que el progreso supera a la perfección.
2. Define tus estándares: Pregúntate si realmente necesitas hacer esa presentación con gráficos 3D animados o si con un esquema claro basta.
3. Haz, evalúa y mejora: En lugar de obsesionarte con hacerlo perfecto desde el principio, actúa, aprende del proceso y mejora sobre la marcha.
3. Compararte con todo el mundo (menos contigo mismo)
Si las redes sociales fueran una serie de Netflix, probablemente se llamaría: “La vida perfecta de los demás”. Nos pasamos horas mirando lo que otros tienen, hacen o logran, y terminamos sintiéndonos como un saco de patatas en comparación.
¿Por qué es tan dañino?
La comparación constante nos lleva a centrarnos en lo que nos falta, en lugar de valorar lo que tenemos. Es como mirar el jardín del vecino y olvidarte de regar el tuyo. Además, las redes suelen mostrar solo los momentos brillantes, no las luchas detrás de las cámaras.
¿Cómo cambiarlo?
1. Define tu propia idea de éxito: En lugar de compararte con los demás, pregúntate: ¿Qué significa para mí tener éxito? Tu camino es único, y no necesitas seguir los pasos de nadie.
2. Mide tu progreso: En lugar de mirar a los demás, mira hacia atrás y observa cuánto has avanzado. Hoy estás más cerca de tus metas que ayer.
3. Desconecta estratégicamente: Si las redes te hacen sentir mal, pon límites. Usa ese tiempo para trabajar en tus propios proyectos o simplemente para disfrutar de la vida sin filtros.
¿Y ahora qué?
Romper estos hábitos no ocurre de la noche a la mañana, pero cada pequeño cambio cuenta. Empieza identificando cuál de estos hábitos te está frenando más, y prueba alguna de las estrategias que te propongo. Al principio puede que te cueste, pero poco a poco notarás cómo las cosas empiezan a fluir.
Recuerda: el éxito no es un destino, es un proceso. Y ese proceso se construye día a día, hábito a hábito. Así que, ¡manos a la obra! Si necesitas un empujoncito extra, en Tu Propia Vida te ayudaré a diseñar un plan personalizado para alcanzar tus metas y quitar esas piedras de la mochila.

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José Ignacio Méndez