En esta historia corta, que casi es una anécdota, y que se basa en las emociones, nos encontramos con otra situación muy habitual en nuestra vida, la cual, podemos aplicarla en muchísimos momentos.
Dos amigos y un Kioskero
Dos amigos, que llevaban mucho tiempo sin verse, se juntaron para tomar una buena comida y recordar viejos tiempos, pero antes, uno de ellos quiso ir a un kiosco para comprar el periódico del día.
Saludó amablemente al vendedor, pero éste respondió de manera grosera y desconsiderada, arrojándole el periódico bruscamente. El comprador, sin embargo, sonrió amablemente y deseó al vendedor que tuviera un gran día, agradeciéndole sus servicios y recordándole que mañana volvería de nuevo.
Continuaron su camino, y cuando ya estaban lejos del quiosco, el otro amigo preguntó:
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Oye, ¿este hombre siempre te trata así?
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Lamentablemente, sí – respondió el amigo.
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¿Y siempre te muestras tan educado y amable con él?
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Sí claro, siempre lo hago.
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No lo entiendo… ¿Me puedes explicar por qué eres tan amable con él, cuando él es tan desagradable contigo?
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El amigo contestó: es muy sencillo. No quiero que sea él quien decida cómo debo comportarme yo.
Moraleja: tú tienes las riendas de tu vida.
Hay un dicho que dice «tienes más control sobre tu actitud que sobre cualquier otra cosa en el mundo». Este es el caso de los dos amigos que se reunieron para comer y uno de ellos compró un periódico en el quiosco. Mientras que el vendedor respondió de manera descortés y desagradable, el comprador decidió mantener una actitud amable y agradecida.
Este ejemplo, demuestra la importancia de decidir cómo reaccionar ante cualquier situación, ya sea buena o mala.
Es fácil dejarnos llevar por la ira o la frustración cuando alguien nos trata mal, pero ¿qué pasa cuando elegimos mantener una actitud positiva en lugar de responder con malos modales?
Es probable que la persona que nos trató mal no se sienta afectada por nuestra actitud, pero estamos garantizando que nuestro día no sea arruinado por su comportamiento. En cambio, podemos concentrarnos en lo que es importante y disfrutar de nuestra comida con un amigo (por ejemplo).
Además, cuando mantenemos una actitud positiva, estamos enviando una vibración positiva al mundo. Estamos contribuyendo a un ambiente más amable y agradable para todos. En lugar de ser un espectador pasivo, podemos elegir ser parte de la solución y ser un modelo a seguir para los demás.
En conclusión, la moraleja de esta historia es que siempre podemos elegir cómo responder ante cualquier situación. No permitas que la mala actitud de los demás arruine tu día, elige ser amable y mantener una actitud positiva. Al hacerlo, estarás contribuyendo a un mundo más amable y agradable para todos. ¡Así que sonríe y disfruta de la vida!

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José Ignacio Méndez